En esta tercera entrega de mi viaje por Perú, quisiera hablarte de una de esos lugares que te hacen pensar. No solo lo visitas, haces fotos y te vas. Mi “incursión” en el Lago Titicaca fue mucho más.
El Lago Titicaca es el lago navegable más alto de todo el planeta, ya que está a 3.800 msnm y el más grande de América del Sur. Se encuentra entre los territorios de Bolivia y Perú. Yo visité las islas más cercanas del lado de la costa peruana. Muchos otros viajeros utilizan este lago para hacer el cambio entre Bolivia y Perú, desde la ciudad de Copacabana. Ellos tienen la oportunidad de visitar las Islas del Sol y de la Luna, más cercanas a la costa boliviana.
Voy a hacer varios apartados en este post, puesto que tengo muchas cosas que contar. La mayor parte sorpresas agradables, paisajes naturales y comunidades nativas. Pero también alguna que otra decepción. Visité las islas de Uros, Amantaní y Taquile, dormí en casa de una familia quechua, navegué por las aguas del Titicaca y comí pescado fresco a la manera tradicional.
Cómo llegar al Lago Titicaca:
Puesto que mi viaje era un recorrido por Perú, hablaré de cómo llegar hasta el Lago Titicaca desde este país. La mayor parte de las excursiones, al menos las turísticas parten desde Puno.
Se puede llegar tanto desde Lima, como desde Arequipa o Cuzco. Desde cualquiera de estas ciudades se puede llegar en avión (en este caso se aterriza en Juliaca a 44km de Puno), en bus o en tren. Dicen que el trayecto en tren Cuzco-Puno es el segundo más bello del mundo, aunque yo no tuve la suerte de conocerlo ya que hice el trayecto en bus desde Arequipa. Ésta fue mi anterior parada y puedes leerla aquí.
Como he dicho en otras ocasiones, yo viajaba con la empresa de autobuses Cruz del Sur por la simple razón de que abarcaba todas las rutas que yo necesitaba hacer en mi viaje. El precio no es elevado, y aunque sean varias horas de viaje, por unos pocos euros más puedes viajar en clase “de lujo”. Te aseguro que estos autobuses son mucho mejores que la mayoría con los que he viajado en España.
Por 75 soles (19€) tienes un viaje de lo más cómodo, con asiento (el mío era individual) reclinable y una comida tipo sándwich con bebida. Por supuesto aire acondicionado también (imagino que calefacción en invierno). Evidentemente lo puedes encontrar más barato, con otras compañías o con la misma pero en tarifa económica, pero debido a que eran más de 6 horas de viaje, yo preferí elegir comodidad.
Puno:
Puno es la puerta al Lago Titicaca. Se trata de una ciudad mediana, de unos 125.000 habitantes, cuya actividad económica principal es el turismo y los servicios. Apenas tienen actividades ganaderas o agrícolas.
Es la cuarta ciudad de Perú que atrae más turismo, después de Lima, Cuzo y Arequipa, puesto que se encuentra en el círculo turístico más activo del país (Lima-Cuzco-Lima). Pese a estos datos, la ciudad en sí tiene poco que ofrecer y estuve sólo algunas horas en ella.
Eso sí, no dejes de ver la catedral.
Llegué por la tarde noche, sobre las 19h, y no sé cómo, encontré el hostal. Me habían dicho que tanto esa ciudad como Juliaca son algo peligrosas y más cuando cae la noche. No tuve miedo en ningún momento pero como iba con ese aviso ya no caminaba segura por la calle. Tampoco me dio tiempo a preocuparme demasiado por esto ya que cuando llegué al hostal, el amable hombre que me recibió, me dijo que el hostal se cerraba a las 21h y no se podía ni salir de entrar.
Así que cansada por el viaje, en el fondo lo agradecí. Salí un momento para coger algo de cena que pudiera hacerme en la cocina del hostal. Tomé una ducha caliente y acomodé mis cosas. También me alegro de haberme quedado “encerrada” porque mientras hacía la cena y cenaba, me acompañaba Marcial.
La historia de Marcial
Marcial era el recepcionista-manitas-prepara desayunos del lugar. Me contó que era director en un colegio de Puno, director, le hice que me lo repitiera. Como era enero, el verano en el hemisferio sur y vacaciones escolares, Marcial aprovechaba cada año para aprender trabajos nuevos. Ese verano de 2016 había decidido ocupar la recepción del Hostal Huaytusive en la ciudad. Me contaba que estaba aprendiendo inglés, aprendiendo a doblar servilletas, conociendo mucha gente de muchos lugares. Yo me tomaba mis fideos instantáneos ardiendo mientras miraba atónita y escuchaba lo que él me contaba, al mismo momento, él preparaba las mesas para el desayuno del día siguiente.
Igual piensas que tampoco es para tanto. Pero Marcial no trabajaba por dinero. Marcial trabajaba para aprender, para aprovechar cada momento que tenía. Mientras otros esperan las vacaciones para no hacer nada o descansar, él estaba ahí, en su descanso de dirigir un colegio, haciendo una profesión que nada tenía que ver con la suya. Sólo para aprender.
Aprovechó también para decirme la pobreza que había, la falta de material y las pocas ayudas económicas que recibían en su escuela. Yo había traído un montón de bolis y rotuladores, y algunas camisetas de publicidad para darle a las familias con las que me iba a alojar la noche siguiente. Pero no lo dudé ni un momento, subí a mi habitación y le preparé a Marcial una bolsa con lo que había traído para que lo llevara a su colegio al comienzo del nuevo curso.
Al día siguiente, debía estar muy temprano en en el puerto para coger el barco. Cuando bajé a la cocina tenía mi desayuno cuidadosamente preparado.
Cómo organizar la visita al Lago Titicaca:
Desde Puno hay cientos de agencias y empresas que se publicitan por la calle y con las que puedes negociar un buen precio.
La visita más común es de una noche y se visitan las Islas Flotantes de los Uros, la isla Amantaní donde duermes con una familia, y la Isla Taquile. Pero también existen excursiones de medio día (Islas de Uros) o de día entero (Islas de Uros e Isla Taquile).
Más adelante hablo de cada una de las islas detalladamente, las que quitaría de la ruta, y las que no te puedes perder.
Casi todas o todas las visitas que yo busqué te incluyen todas las comidas, el traslado en barco, un par de excursiones y una pequeña fiesta por la noche.
El precio si lo reservas antes por internet es de unos 35-40$ los dos días. Pero si vas a una empresa de Puno e intentas negociar el precio, seguramente lo consigas por 10$ menos.
Islas de los Uros:
Mucho que decir sobre estas islas. Lo primero que necesitas saber es que se tratan de islas artificiales hechas a base de totora: un tipo de junco que crece en el lago. Crean capas de totora entrelazando unas con otras y las sobreponen en el suelo. Cada varias semanas, deben repetir esto con el trabajo que conlleva (levantar todas sus cabañas). Las capas más bajas se pudren o se deshacen y hay que seguir construyendo encima. Un trabajo sin fin.
El suelo está hecho de junco. Pero también las cabañas, sus barcas, los asientos, escaleras… Es muy curioso y también bonito.


Están pobladas por una comunidad indígena que recibe el mismo nombre: los uros. Ahora es cuando empiezan mis discrepancias. Esta comunidad vive, o intenta simular cómo vivían hace decenas de años. Presumen de una vida rústica, sin comodidades y exacta a la de sus antepasados.
Llegamos a la isla después de una media hora o 45 minutos en la barca – lancha desde el puerto de Puno. Ya desde lejos se avistaban un grupo de personas con atuendos muy coloridos hacer aspavientos para saludarnos. La barca aparcó en una de las cientos de islas de la zona. Sí, cientos.
Se trata de una comunidad, una agrupación de islas, en la que en cada isla vive una o dos familias. Luego tienen un conjunto de islas en común donde está el médico, la escuela, o las actividades sociales.
A la que nosotros llegamos, nos hicieron sentar en semi círculo, y el guía del barco, acompañado de algunos nativos de nuestra isla nos explicaban como vivían. Cómo cocinaban, como tejían las capas de totora, y cómo andaban descalzos. Éste último punto, hubiera sido más creíble si cuando volvíamos a la embarcación no se hubieran calzado rápido y corriendo sus Adidas.
El turismo en las Islas Uros:
No cabe duda, esta comunidad vive, o pretende vivir del turismo. No me gustó nada la experiencia de visitar esta isla. Todo muy forzado, muy aprendido, muy falso.
Claro que la culpa es mía. Me uní a un tipo de turismo que repiten unas 20.000 personas al mes. Hay una gran red bastante turbia detrás del turismo de estas islas. Cuando estuve allí ya me lo pareció, pero he decidido investigar un poco y he encontrado este artículo de la BBC por si quieres más información.
Por lo que he leído, existen negocios, comisiones y peleas familiares sobre en qué islas deben parar las embarcaciones de turistas. Una vez desembarca el grupo, las familias te ofrecen vestirte con sus trajes típicos para hacerte fotos. Un teatro vamos. Luego, te exponen toda su artesanía, tejidos y figuras elaboradas a mano con precios mucho más elevados que lo que encontrarás en el resto de Perú.

Evidentemente, de algo tienen que vivir, del turismo en este caso. El problema, es que al ver una oportunidad de negocio en estas islas, muchas familias de la ciudad decidieron venir a las Uros para tener su propia isla y beneficiarse del turismo. Lo que ocurre ahora es que hay superpoblación, y actividades limitadas.
Supongo que muchos turistas no se habrán percatado de toda esta historia. Pero otros muchos, como yo, que sí. Así que te propongo visitar otras zonas del lago Titicaca, o si no quieres perderte estas islas, hacerlo de un modo más sostenible. Por ejemplo, contratándolo directamente a través de ellos en el mismo puerto de Puno.
Isla Amantaní
Aunque me hubiera dejado algo mal de sabor de boca la primera visita del lago, no pensaba decaer y estaba ya ansiosa por saber qué me esperaba a continuación.
La siguiente parada era la Isla Amantaní donde nos asignarían una familia, comeríamos y realizaríamos una excursión al atardecer que me dejó excelentes recuerdos. Y un agudo dolor de cabeza. Estábamos a casi 4.000 msnm, y cualquier esfuerzo físico me costaba el triple que normalmente.
Amantaní es una isla bella, con mucha vegetación y poblada de una comunidad de lo más encantadora. Su población se dedica a la agricultura y en menor medida al turismo.

Como viene siendo costumbre en esta zona, están más que acostumbrados al turismo. Como decía, cuando llegamos a la isla el guía se ocupó, con la ayuda de un listado, de asignarnos una familia a cada viajero o grupo de viajeros.
En la embarcación íbamos unas 15 personas. Yo era la única que iba sola, también había grupos pequeños de amigas, un par de parejas y una familia de hijos adolescentes. Cada uno de una nacionalidad diferente.
A mí me vino a buscar Vectorino y su esposa Marilinda (o eso entendí yo). Tienen un español muy muy cerrado con muchísimas variaciones. En su día a día hablan su lengua de origen, el quechua. Son encantadores, unos anfitriones muy amables y detallistas.

Una noche en una familia quechua
Las comodidades son mínimas. Las casas son muy sencillas y los servicios de higiene básicos. No hay agua caliente, luz a algunas horas del día y por supuesto no hay calefacción. Pero la experiencia merece la pena.
Cuando llegamos (yo y un matrimonio jubilado adorable de Canadá) nos acompañaron a nuestras habitaciones, y enseguida nos llamaron a comer. Nos prepararon un rico plato combinado con pollo, dos o tres variedades de patata (la especialidad del país), arroz y habas (de su propio cultivo).

Yo hacía de traductora como podía entre los candienses (inglés al que no estoy acostumbrada) y Vectorino y Marilinda, que hablaban un 25% del español que yo conocía. Fue muy divertido.
Tuve ocasión de hablar con mi familia quechua y preguntarles sobre el turismo de la zona, si las empresas y agencias de Puno les trataban bien y si tenían otro trabajo aparte de la agricultura en Amantaní. Cada familia se ofrece las veces que quiera al mes para recibir turistas, es decir no tienen guiris con sandalias y calcetines todos los días haciendo fotos de su humilde baño. Les pagan unas comisiones que se deben a la comida, a la posible electricidad y (¿agua?) y gastos varios que los huéspedes podamos ocasionar.
Por todo esto, hay que fijarse bien con qué tipo de empresa contratamos nuestra visita a las islas. Intenta que sea una que tenga buenas referencias locales en internet, que sea transparente y pienses que sea justa con los habitantes de Amantaní.
Evidentemente no hay wifi, no esperemos un English breakfast o dónde cargar nuestro iPhone. Un día sin duchar no nos mata a nadie y la experiencia merece la pena, y mucho. Yo me dediqué a escuchar cada palabra de mis anfitriones, a saborear la comida que me ofrecieron y a disfrutar de las cosas simples. A desconectar del mundo en definitiva.
El atardecer más bonito del Lago Titicaca
Después de la comida nuestras familias acompañadas de nosotros se juntaron en la plaza del pueblo para dejarnos a los turistas hacer una pequeña excursión junto con el guía.
Esta cultura pre-inca tiene dos divinidades: Pachamama y Pachatata. PachaMama significa Madre Tierra, y es a quien veneran y agradecen todos los bienes que tienen. Íbamos a hacer una caminata para llegar al templo Pachatata de Amantaní, situado a 4.115 msnm. En este punto mi dolor de cabeza ya era bien agudo.
Pero esta caminata de hora y pico mereció la pena. Y mucho. Os presento el atardecer más espectacular que se puede dar en el lago. Hacía frío, iba a anochecer pronto, y el viento que corría rozando las piedras del templo me daba una espiritualidad y una calma difícil de explicar.





Perú en un horizonte, a mis espaldas Bolivia. Me sentía bendecida por no sé qué divinidad de mi entorno, seguramente Pachamama.
Esa noche hicieron una pequeña fiesta para todo el pueblo, supongo que más para nosotros los turistas. Es opcional, te ofrecen vestirte con sus ropas de fiesta. Ya sé que he dicho antes que vestirse con las ropas tradicionales y hacerse fotos me parecía un teatro. Pero esto era diferente, era una reunión de amigos que se acababan de conocer, de música en directo y de bailes interminables. También venden cerveza y refrescos. Es una gran oportunidad para conocer más a las familias que allí viven, y también para descubrir nuevos viajeros de otros países. Recuerdo especial a Pilar, Lucía y Florencia, que siempre las llevaré conmigo.
Isla Taquile
Para mí, la isla más bonita de las tres, aunque me quede con Amantaní por un significado más personal y especial.
Igual digo una tontería pero a mí la Isla Taquile y el sol reflejando sobre el agua azul como el cielo, me recordaron a algún paraje de la costa mediterránea. Nada que ver por supuesto, pero en una foto lo podría parecer.


Los locales que habitan en Taquile no están para nada adaptados, ni intención que tienen, a las nuevas modernidades o tecnologías que nosotros estamos acostumbrados a utilizar.
Si Amantaní era la desconexión del mundo, esto es elevado a su máximo exponente. Aquí no hay coches ni hoteles ni televisiones.

Los taquileños han intentado adaptar el turismo y controlarlo ellos mismos aunque no es fácil. Han creado una Agencia de viajes local llamada Munay Taquile que se ocupa de recuperar el control sobre el turismo de la isla.
La sociedad Taquileña
Es una comunidad pre-inca, que viste con sus trajes tradicionales de campesinos. Se dedican casi 100% a la agricultura y ganadería. Aunque su mayor industria son los textiles. Son muy famosos y tienen un eco-museo en la plaza principal del pueblo, donde también venden sus productos artesanales a los casi 40.000 turistas que reciben al año.

Aunque en la foto aparezca una mujer, son también los hombres los que se dedican a tejer.
Es una comunidad muy interesante, ya que han organizado su propia jerarquía, su economía y su sociedad. Incluso hay algunas normas o leyes que se aplican solo en la Isla.
Su sociedad está basada en el comunismo, es decir, en el colectivismo de la comunidad y se guían por un lema de moral inca: “ama sua, ama llulla, ama qhilla” que significa no robar, no mentir, no ser perezoso.
Después de un buen plato de pescado fresco cocinado a la manera tradicional, volvimos a embarcar con dirección Puno.
Aquí pasé la tarde-noche (después de pedirle permiso a Marcial para que me dejara entrar media hora más tarde al hostal) con mis nuevas amigas uruguayas bebiendo mate en las escaleras de la Catedral de Puno. Hablando de todo y nada, compartiendo historias y risas.
Pese a todas las fotos que tengo, cómo me alegro de escribir aquí. Pues no puedes imaginarte la de momentos que he revivido y que ahora comparto contigo. Sin duda alguna, el Lago Titicaca merece parada obligatoria en un viaje por Perú.
¡Nos leemos pronto!
Ro.
5 comentarios en «PERÚ: Lago Titicaca (Islas Amantaní y Taquile)»
Delicioso relato! Como dices, El lago Titicaca es más que un lago 🙂
Gracias por leer! La verdad que fue una experiencia muy intensa, me alegro que te haya gustado. Saldos
Ro! qué lindo ha sido leerte…recordé todo tal cual, me sentí de la misma manera que describes, hay cierta magia en Amantí y Taquile. Creo que el atardecer fue especial y se siente la “energía” de la Pachamama y Pachatata. Me impresionó mucho la organización civil de Taquile, los admiro. Abrazo!
Que hermoso lugar! Da ganas de ir a conocerlo!
Y felicitaciones por el blog! Con muchisimo material y muy entretenido!
Muchísimas gracias por leer este blog 🙂 sin duda, el lago Titicaca es uno de esos lugares que hay que conocer. Un saludo!